jueves, 27 de mayo de 2010
Fiestas Patronales en Honor al Sr. de la Paz
martes, 27 de abril de 2010
Fiesta en honor a la Divina Misericordia
Curso para Catequistas
sábado, 19 de septiembre de 2009
"GRACIAS POR ABRIRME SUS CORAZONES"
A los feligreses de la parroquia “El Señor de la Paz”
Gozo y tristeza, alegría y dolor, son sentimientos o sensaciones, que pareciera no pueden combinarse, como ocurre con el agua y aceite. Sin embargo, ¡vaya que conviven! En nuestra vida los experimentamos diariamente. Quién no ha escuchado de los dolores de la mujer en el parto, y un momento después la gran alegría que experimenta la mamá, al tener en su regazo al hijo de sus entrañas.
El Señor Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores, nos habló de una y mil maneras sobre la necesaria mezcla entre el gozo y la tristeza. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo”, “Quien descubre la perla preciosa o el tesoro escondido, vende todo lo que tiene y compra aquella perla o el campo donde se encuentra enterrado el tesoro”. "Aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya".
El domingo pasado y éste, el evangelio de Marcos nos recordará que seguir a Jesús implica dejarlo todo, tomar la cruz, negarse a sí mismo y ponerse detrás de Él seguirlo. A Jesús no se le sigue sólo en las buenas. Es necesario poner la mano en el arado y no volver la vista atrás.
En cierta ocasión, Jesús llevó a tres de sus discípulos a un monte y en su presencia se transfiguró, es decir, les anticipó la gloria de la resurrección. A Pedro, estaba fascinado, se le ocurrió decirle: “estamos muy contentos aquí, hagamos tres chozas, una para ti, otra para Elías y otra para Moisés”. Jesús les dijo que No, que era necesario seguir el camino, ese que lo llevaría a la muerte en cruz y luego a la resurrección.
Así son las cosas de Dios. Él actúa en nosotros y a través de nosotros. Todos los días nos invita a seguirlo. Nos pide que sembremos a tiempo y a destiempo su Palabra, esa semilla que con el esfuerzo humano, pero sobre todo con la Gracia de Dios, dará fruto a su tiempo.
Eso traté de hacer a lo largo de los poco más de diez meses que estuve entre ustedes. A finales de agosto, el Señor Jesús, a través de nuestro obispo, Don Javier Navarro, me ha confiado la gran misión de ser Padre y Pastor en una nueva comunidad cristiana. Mis días de vicario parroquial concluyen de “El Señor de la Paz” concluyen este domingo 20 de septiembre. Tal vez fue poco el tiempo, pero haciendo un recuento de las actividades y las experiencias vivida, creo que Dios bendijo abundantemente mi presencia en esta comunidad.
Yo he aceptado con gusto y tristeza esta invitación del Señor Jesús. Estoy contento entre ustedes, igual que Pedro en el monte de la transfiguración, pero también me llena de esperanza el ser Párroco. Ayer un grupo de personas fueron a mi casa, aquí en Ecuandureo. Me dijeron que comprenden que yo voy a crecer siendo párroco, pero también me pidieron que los comprendiera, que considera que mi presencia aquí todavía es necesaria. Vaya que los comprendo y me duele salir de la parroquia. Pues en 10 años de Sacerdote, ésta es la primera comunidad en que ejerzo mi ministerio. Debo ir a otros lugares, no sólo por obediencia a mi obispo, sino porque esa es una exigencia de la evangelización. Jesús dijo: "También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado" (Lc 4,43). Si quiero ser como Él, necesito estar dispuesto a ir a donde el Espíritu me envíe.
El hecho de que salgo de Ecuandureo, no quiere decir que nuestra relación termine. No me voy a trabajar a otra empresa. Si Dios así lo quiere, estaré en la comunidad cristiana de Quiringüicharo. Recuerden que en la Iglesia nos une la misa fe, el mismo bautismo. Pues tenemos un solo Dios y Padre.
Agradezco las muestras de cariño y gratitud que me han manifestado. Pido disculpas por mis errores y limitaciones humanas y pastorales. Al igual que San Pablo, estaré al pendiente de lo que ocurre en Ecuandureo. No duden acudir a este servidor en cualquier momento o situación de su vida.
Me encomiendo a sus oraciones. Siempre los tendré en las mías. Que Santa María de Gudalupe, la madre del verdadero Dios por quien se vive y el Señor de la Paz, nos acompañen en nuestro caminar.
Con afecto. Sergio Arroyo Rguez., Pbro.
P.D. Mi mail es padrecheco@hotmail.com